jueves, 24 de junio de 2010

HOMENAJE A MARIÁTEGUI

MARIÁTEGUI Y EL PROBLEMA DE LA TIERRA


José Carlos Mariátegui es uno de los personajes más importantes de nuestro país. No solo por sus ideas, sino también por sus acciones. Fue un fervoroso organizador de los trabajadores de comienzos del siglo XX y fiel defensor de la dignidad y de los derechos del campesinado peruano. Mientras muchos veían en el campesino (el indio) a un ser flojo y resignado, Mariátegui veía en él al heredero de la tradición inca, del colectivismo del ayllu. Y Mariátegui no se quedó en el sentimentalismo filantrópico de muchos intelectuales. Él dio la explicación material de la explotación del campesino y concluyó que era un problema económico: el problema de la tierra, de la propiedad. Mientras que el gamonal siga siendo el dueño de la tierra, el campesino le seguirá "perteneciendo". Y la concentración de la tierra también genera poder político. Todos estos fenómenos fueron estudiados por Mariátegui hace más de 80 años.


Con la Reforma Agraria de Velasco Alvarado se creyó haber eliminado el gamonalismo y la concentración de la tierra. Sin embargo, esta última está volviéndose a darse, pero ya no de parte de los gamonales sino de las empresas. Es uno de los problemas que debemos enfrentar actualmente, pero debemos hacerlo de manera colectiva.

A continuación, les presentamos algunas frases de José Carlos Mariátegui sobre el problema del campesino:

"La cuestión indígena arranca en nuestra economía. Tiene sus raíces en el régimen de propiedad de la tierra..."

"La reivindicación indígena carece de concreción histórica mientras se mantiene en un plano filosófico o cultural. Para adquirirla -esto es para adquirir realidad, corporeidad- necesita convertirse en reivindicación económica y política".

"La solución del problema del indio tiene que ser una solución social. Sus realizadores deben ser los propios indios. Este concepto conduce a ver en la reunión de los congresos indígenas un hecho histórico. Los congresos indígenas, desvirtuados en los últimos años por el burocratismo, no representaban todavía un programa pero sus primeras reuniones señalaron una ruta comunicando a los indios de las diversas regiones. A los indios les falta vinculación nacional. Sus protestas han sido siempre regionales. Esto ha contribuido, en gran parte, a su abatimiento. Un pueblo de cuatro millones de hombres, consciente de su número, no desepera nunca de su porvenir. Los mismos cuatro millones de hombres, mientras no son sino una masa inorgánica, una muchedumbre dispersa, son incapaces de decidir su rumbo histórico".

"El problema indígena se identifica con el problema de la tierra. La ignorancia, el atraso y la miseria de los indígenas no son, repetimos, sino la consecuencia de su servidumbre. El latifundio feudal mantiene la explotación y la dominación absolutas de las masas indígenas de la clase propietaria. La lucha de los indios contra los 'gamonales' ha estribado invariablemente en la defensa de sus tierras contra la absorción y el despojo. Existe, por tanto, una instintiva y profunda reivindicación indígena: la reivindicación de la tierra. Dar un carácter organizado, sistemático, definido, a esta reivindicación es la tarea que tenemos el deber de realizar activamente".

Además, presentamos un fragmento acerca del problema de la concentración de la tierra en el Perú, publicado en La Revista Agraria (mayo, 2009):

¿Qué hay de malo en la concentración?

El gran dinamismo demostrado por la agricultura de exportación costeña en los últimos quince años ha sido generado en gran medida por empresas agrarias que tienen importantes extensiones de tierras. Estas empresas han introducido formas de gestión modernas, tecnologías de última generación (incluyendo riego por goteo regulado por computadoras) y han aprendido a moverse en el complicado mercado internacional. El argumento a favor de la gran propiedad se basa básicamente en estas constataciones.
El problema reside en que la suma de unidades empresariales exitosas no necesariamente da como resultado un desarrollo rural incluyente, equitativo, exitoso y sostenible, que es hacia el que supuestamente debería orientarse nuestro país. Por el contrario, la concentracion de la propiedad y de capitales implica también una concentración de poder, y esto puede representar una importante limitación para las oportunidades de otras personas e instituciones.

Poca duda cabe de que una empresa agraria o un grupo reducido de ellas pueda dominar todo un valle, generando una influencia desmedida en los gobiernos municipales, en las juntas de regantes, en el propio gobierno regional y en la sociedad misma, en una suerte de gamonalismo del siglo XXI. Dentro de las áreas de empresas azucareras como Cartavio y Casagrande -hoy, parte del Grupo Gloria-, ¡la población supera las cien mil personas! Acá ya no estamos hablando de propiedad de la tierra, sino de control territorial. (Lo propio puede decirse de las concesiones mineras y petroleras.) Esto ya está sucediendo. Estas empresas pueden pasar encima de los derechos laborales; de hecho, ocurre con frecuencia. No solo obstaculizan la formación de sindicatos -apenas si existen, a pesar de que se estima en más de 100 mil el número de asalariados que laboran en las empresas agroexportadoras-, sino que pueden impedir fácilmente las inspecciones del Ministerio del Trabajo. No es el tipo de desarrollo que necesita el país; más aún si casi las tres cuartas partes de la población rural están clasificadas como pobres o muy pobres.

No hay comentarios: