sábado, 4 de abril de 2009

HOMENAJE A BLANCA VARELA (II)

Continuando con el homenaje a la poeta peruana Blanca Varela, fallecida hace poco, les presentamos ahora una selección de poemas de su libro Luz de día.



PALABRAS PARA UN CANTO
¿Cómo fue ayer aquí?
Sólo hemos alcanzado estos restos,
el vaso que ilumina con su lejano y obstinado silencio,
el pájaro herido es el esmalte al alcanzar el fruto.

Llegamos con la puntual ineferencia del nuevo día,
saltando sobre la desgracia con precisión de atletas.

Hemos dormido bajo las estrellas,
hemos perdido el tiempo.
Paracas, Ancón, Chavín de Huantar.
Estas son las palabras del canto.
¿Cómo fue ayer aquí?
No hablemos de dolor entre ruinas.
Es más que la palabra,
es el aire de todas las palabras,
el aliento humano hecho golpe en la piedra,
sangre en la tierra,
color en el vacío.

Yace aquí,
entre tumbas sin nombre,
escrito en el harapo deslumbrante,
roja estrella en el fondo del cántaro.

Por el mismo camino del árbol y la nube,
ambulando en el círculo roído por la luz y el tiempo.
¿De qué perdida claridad venimos?


FRENTE AL PACÍFICO
Sangre amarilla en las dunas.
Día en ruinas.

Algo miraba antes hacia arriba.
No hace mucho
alguien intentaba volar.
Sembrada en la arena
la oscura melodía de la higuera,
absurda la sonrisa de la sal
entre la parda espuma de la playa.

Poderosos, llenos de secretos
llegarán los astros, puntuales.
Venus, impacible y celeste
dejará caer un rayo de olvido.

Aire libre,
día en ruinas,
revueltos lechos de la tarde.
Las cosas hablan entre ellas,
se mueve hacia ellas mismas.
El viento cuenta y ordena.

VALS
No he buscado otra hora, ni otro día, ni otro dios que tú.

Laberinto, pirámide de humo, altura que canta, pozo que amenaza,
tierra de abismo, primavera ciega.

La soledad nos une en la humedad del guisante, en la hinchazón de la ola,
en el sudor de la raíz.

(Brota en el polvo gris de Lima la baya cargada de ira.
Gira el vals, manantial de orina, vaho dorado y golpe bajo,
labios negros, estrujados, fantasma que se acaricia bajo las uvas amarillas y se flagela el alba con las estrellas).

Asciendo y caigo al fondo de mi alma
que reverdece, agónica de luz, imantada de luz.
En este ir yvenir bate el tiempo las alas
detenido para siempre.

Recrearte: polvo, brizna, herida.
Perderte: gesto, contacto, olvido.
Buscar tu sombra, reconocerte tras una ventana.
mancha de sol, sombra de lluvia, en cualquier calle del mundo.

Perseguirte, condenado girasol,
como una piedra encadenada al aire,
arastrando la tierra, cauda que enciende universos,
que se desvanece en una plaza.

La mirada que soy entorna la puerta, atisba el vacío,
otea el cielo en ruinas.
En la rama vencida estalla una breva furiosa, la pupila en llamas
buscándote , exigiendo su razón de luz.

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