Los métodos de trabajo de la Etnología fueron aplicados con gran eficacia en el estudio de los pueblos civilizados; esta experiencia se inició en los Estados Unidos y se ha difundido luego por todo el mundo; y, asimismo, los métodos de estudio del Folklore se emplearon en hacer el análisis del saber tradicional de los pueblos “primitivos”, especialmente en el estudio de sus mitos, leyendas, cuentos, canciones y danzas. El gran etnólogo norteamericano Franz Boas reconstruyó toda la vida de un pueblo primitivo: sus reglas morales, los principios que regían su organización política y social, sus creencias y prácticas religiosas, a través del estudio de una recopilación de cuentos pertenecientes a ese grupo humano “primitivo”. En seguida, Boas concluyó definiendo el Folklore “como el estudio de la literatura oral de un pueblo, cualquiera que sea su grado de evolución”.
Es muy ilustrativo comparar, en cuanto a la evolución del Folklore como ciencia, lo que, en la fecha, consideran los folkloristas sudamericanos como campo de estudio de esta disciplina. Mientras que en la Argentina, en Uruguay y en Chile se continúa considerándola como el estudio de “todo el saber de las clases populares” y, por tanto, comprende lo que los folkloristas de esos países denominan “cultura material” (vestidos, comida, habitación, utensilios, etc.) y “cultura espiritual” (arte, religión y magia); en el Perú, los antropólogos egresados de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, entendemos como materia de estudio del Folklore solamente la literatura oral (mitos, leyendas, cuentos, canciones, adivinanzas, insultos, etc.) y las artes muy relacionadas con la literatura oral (principalmente la música y las danzas; aunque el estudio sistemático de la música y de las danzas son materia de ciencias especializadas: como la etnomusicología y la coreografía folklórica).
Esta disparidad de concepción sobre el Folklore se explica, en cierta forma, porque en la Argentina, Uruguay y Chile, las clases populares iletradas que guardan y practican creencias y normas de conducta “antiguas”, ya superadas por la clase civilizada, son muy escasas en lo que se refiere a su cuantía o número, mientras que en el Perú la capa social que practica esas normas y creencias antiguas es inmensa, probablemente más del cincuenta por ciento de la población total del país. No resultarían, por eso, eficaces los métodos restringidos del Folklore para hacer el estudio de este gigantesco universo de materias. Es la Etnología la que ha iniciado el estudio completo, interrelacionado del “saber tradicional” de tan enorme pueblo. El Folklore, por su lado, ha tomado lo suyo: el estudio de la literatura oral, de la música y de la danza, no para realizar un análisis frío y simplemente técnico, sino como elementos valiosísimos para el conocimiento de la historia social de nuestro pueblo y de su realidad social contemporánea.
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