martes, 31 de diciembre de 2013

¡FELIZ AÑO NUEVO 2014!



lunes, 15 de julio de 2013

MÁS DE PERROS

La relación entre el ser humano y el perro puede ser tan estrecha como duradera. Sin embargo, ¿qué pensará el perro del hombre? ¿Cuál será la imagen que el animal se crea del ser humano que lo alimenta, lo cuida y lo cariña? Miguel de Unamuno nos cuenta qué podría estar pensando el perro cuando nos ve, a la vez que se pregunta: ¿los perros van al cielo o a dónde?



Elegía a la muerte de un perro

La quietud sujetó con recia mano
al pobre perro inquieto,
y para siempre
fiel se acostó en su madre
piadosa tierra.
Sus ojos mansos
no clavará en los míos
con la tristeza de faltarle el habla;
no lamerá mi mano
ni en mi regazo su cabeza fina
reposará.
Y ahora ¿En qué sueñas?
¿Dónde se fue tu espíritu sumiso?
¿No hay otro mundo
en que revivas tú, mi pobre bestia,
y encimas de los cielos
te pasees brincando al lado mío?
¡El otro mundo!
¡Otro... otro y no éste!
Un mundo sin el perro,
sin las montañas blandas,
sin los serenos ríos,
a que flanquean los serenos árboles,
sin pájaros ni flores
sin perros, sin caballos,
sin bueyes que aran...
¡El otro mundo!
¡Mundo de los espíritus!
Pero allí, ¿No tendremos
en torno de nuestra alma
las almas de las cosas de que vive,
el alma de los campos,
las almas de las rocas,
las almas de los árboles y ríos,
las de las bestias?
Allá, en el otro mundo,
tu alma, pobre perro,
¿No habrá de recostar en mi regazo
espiritual su espiritual cabeza?
La lengua de tu alma, pobre amigo,
¿No lamerá la mano de mi alma?
¡El otro mundo!
¡Otro... y no éste!
¡Oh, ya no volverás, mi pobre perro,
a sumergir tus ojos
en los ojos que fueron tu mandato;
ve, la tierra te arranca
de quien fue tu ideal, tu Dios, tu gloria!
Pero él, tu triste amo,
¿Te tendrá en la otra vida?
¡El otro mundo!...
¡El otro mundo es el del puro espíritu!
¡Del espíritu puro!
¡Oh, terrible pureza!
¡Vanidad, vacío!
¿No volveré a encontrarte, manso amigo?
¿Serás allí un recuerdo,
recuerdo puro?
¿No saltará, blandiendo en alegría
enhiesto el rabo?
¿No lamerá la mano de mi espíritu?
¿No mirará a mis ojos?
¡Ese recuerdo,
no serás tú, tú mismo,
dueño de ti, viviendo vida eterna!
Tus sueños, ¿qué se hicieron?
¿Qué la piedad con que leal seguiste
de mi voz el mandato?
Yo fui tu religión, yo fui tu gloria;
a Dios en mí soñaste;
mis ojos fueron para ti ventana
del otro mundo.
¡Si supieras, mi perro,
qué triste está tu Dios porque te has muerto!
¡También tu Dios se morirá algún día!
Moriste con tus ojos
en mis ojos clavados.
Tal vez buscando en éstos el misterio
Que te envolvía.
Y tus pupilas tristes
a espiar avezadas mis deseos,
preguntar parecían:
¿A dónde vamos?
El vivir con el hombre, pobre bestia,
Te ha dado acaso un anhelar oscuro
que el lobo no conoce.
¡Tal vez cuando acostabas la cabeza
en mi regazo
vagamente soñabas en ser hombre
después de muerto!
¡Ser hombre, pobre bestia!
Mira, mi pobre amigo,
mi fiel creyente;
al ver morir tus ojos que me miran,
al ver cristalizarse tu mirada,
antes fluida,
yo también te pregunto: ¿a dónde vamos?
¡Ser hombre, pobre perro!
Mira, tu hermano,
es ese otro pobre perro,
junto a la tumba de su Dios tendido,
aullando a los cielos,
¡Llama a la muerte!
Tú has muerto en mansedumbre,
con tu dulzura,
entregándote a mi en la suprema
sumisión de la vida;
pero él, el que gime
junto a la tumba de su Dios, de su amo,
ni morir sabe.
Tú al morir presentías vagamente
vivir en mi memoria,
no morirte del todo,
pero tu pobre hermano
se ve ya muerto en vida,
se ve perdido
y aúlla al cielo suplicando muerte.
Descansa en paz, mi pobre compañero,
descansa en paz; más triste
la suerte de tu Dios que no la tuya.
Los dioses lloran cuando muere el perro
que les lamió las manos,
que les miró a los ojos,
y al mirarles así les preguntaba:
¿a dónde vamos?


Miguel de Unamuno




Tomado de Varios autores (1971). 12 poetas
españoles (antología)Lima: Embajada de España.

jueves, 14 de febrero de 2013

VIDAS DE PERROS (IV)

La amistad entre un ser humano y un perro retratada en un poema.



Elegía a Sheytan

Sheytan, ese era el nombre de mi perro
Pero era no tiene relación con su nombre
A su nombre no le ha ocurrido nada
El no se parecía a su nombre
Los satanes son tiranos
Los tiranos son mentirosos y astutos
Pero nunca inteligentes
Mi perro era inteligente.

Si se ha muerto es un poco por mi culpa
No he sabido cuidarlo
Si no sabes cuidarlo
no te dediques ni a plantar un árbol
Porque es una gran pena para el hombre
que el árbol se le seque entre las manos.
Me dirás que es preciso echarse al agua
para saber nadar
            Es cierto
Mas si llegas a ahogarte
            tan sólo tú te ahogas.
Desde hace varios días, apenas me levanto
atisbo cualquier ruido
Mas nadie viene a rasguñar mi puerta
            Tengo deseos de llorar
Y vergüenza por no poder llorar.
El era como el hombre
La mayoría de animales son como el hombre
porque ellos tienen la bondad del hombre
El inclinaba la cerviz espesa
            ante la amistad
Su libertad estaba
en sus colmillos, en sus patas
Su cortesía
            en su cola peluda.
A veces teníamos ganas de encontrarnos
El me hablaba de temas muy profundos
Del hambre, del amor, la saciedad
Pero jamás sintió
nostalgias de la tierra, de la patria
            Ese es asunto mío.
Llevaron al poeta al paraíso
Gritó: ¡ay, mi país!

Murió
como suelen morir
el hombre, el animal, la planta,
en el lecho, en la tierra, en el aire, en el agua
Repentinamente
            esperando
            en su sueño
Como se muere en este mundo
Como tendré que morir
            Como tendremos que morir.

Hoy hay 38 grados a la sombra
Miro por el balcón hacia los bosques
Los pinos se enderezan
            muy delgados, muy altos y muy rojos
Azul acero el cielo
Los hombres transpiran

Los perros jadean
Van a bañarse al lago
En la orilla abandonan el peso de sus cuerpos
Compartirán la dicha de los peces.




Nazim Hiktmet
(1956)



Tomado de Hikmet, Nazim (1970). Poesía selecta.
Lima: Ediciones Populares Ultra.


lunes, 31 de diciembre de 2012

¡FELIZ AÑO NUEVO 2013!



viernes, 7 de diciembre de 2012

VIDAS DE PERROS (III)

La pérdida de un amigo siempre nos genera tristeza, pues parte de su vida fue también la nuestra. Que este amigo haya sido un perro no cambia las cosas en lo sustancial. A continuación les presentamos la despedida que le hace el periodista César Hildebrandt a su fallecido perro Moro. Sin duda, es una muestra de la gran amistad que se puede construir entre un humano y un perro.


La perra vida

Esta semana perdí a Moro, el perro que me acompañó a lo largo de los últimos 15 años. 

Que un perro se muera de automóvil o disparo, de microbús o pulmonía fulminante, es un solo golpe  seco.

Pero que tu perro se muera de vejez y se vaya acabando paso a paso, es distinto. La muerte a plazos, la ruina por goteo, la demolición de la muerte pulgada a pulgada, es lo peor que le puede pasar a un amante de los perros.

Moro, en todo caso, no merecía morir así, supeditado a las lentitudes celestiales. Así que si Dios no venía en su auxilio para evitarle los dolores de la artrosis y las sombras de esa mirada acuosa y la derrota plena de su pasada alegría de vivir, pues había que acudir al Dios de la compasión. Y eso fue lo que hice, entre dudas y lágrimas. 

Ahora tengo sus cenizas en una urna de madera que está en mi dormitorio y que me acompañará el tiempo que me reste. 


Moro nació en Andalucía y fue hijo de una gran cazadora. Era un mestizo con linaje de pachón y perdiguero de Burgos y tenía la mirada de un espía de liebres y las patas ágiles de una exhalación, que en eso se convertía cuando yo le gritaba “¡Pajarito!” y él corría a ver de qué se trataba. 

Pero era un caballero y un día se tropezó con un pájaro aturdido por el golpe contra una mampara y lo dejó ir después de reconvenirlo con sus más pedagógicos ladridos. Una mañana, en Madrid, se me escapó y fue a pelear colmillo a colmillo con un individuo inglés que acababa de conocer pero que, en nombre de la Armada Invencible y de Gibraltar, odió a primera vista. El inglés lo doblaba en peso y en tamaño. La pelea fue brevísima, ambos salieron ilesos y Moro tenía la misma cara de Russell Crowe en “Gladiador”. Estaba radiante y esperaba mi aprobación. Se la di, desde luego. 

Era un ciudadano porque el Ayuntamiento de Madrid le había puesto un chip en la oreja izquierda y tenía deneí canino y documentos en regla. Cruzó el Atlántico tres veces y creo que nunca me perdonó haber viajado en bodega y en una especie de jaula: se vengó una de esas veces orinándose en pleno aeropuerto Jorge Chávez, junto a una columna, a medio metro de un agente de aduanas.


Estoy convencido de que hablaba varios idiomas y de que su sabiduría excedía los niveles de un perro superdotado. Estoy convencido, además, de que otros contertulios solicitaban sus consejos. De hecho a mí me solía asesorar en materias del corazón. 

Moro ponía cara de culpa cuando sabía que había hecho algo malo y ponía otra de servicial cuando te notaba triste gracias al radar de ultrasonido con el que había venido equipado. Y entonces se acercaba en silencio para que supieras que podías contar con él. 

No era un perro dulzón sino sobrio y era atento sin ser rastrero. Tenía un intuición de la dignidad que ya quisieran muchos bípedos y un modo de entender las estupideces de los humanos que nunca dejó de sorprenderme. Cuando me divorcié, él quedó un tiempo fuera de mi tutela. Podría haberme recibido con algo de resentimiento después, a la hora de recuperarlo, pero no. Me trató con la benevolencia de siempre. Y puso cara de David Niven en “Buenos días, tristeza” cuando hubo de convivir con Molly, la manipuladora y malgeniada beagle que quiso amargarle la vida y fracasó en el intento.

Los perros, como se sabe, son lo mejor de la evolución. Chesterton le hace decir al padre Brown, uno de sus personajes más entrañables, que no se puede vivir sin perros a condición de que no los llamemos al revés (en inglés, la inversión de la palabra “dog” es “god”) y Rudyard Kipling escribió uno de sus mejores cuentos haciendo que Teem, un perro descubridor de trufas, cuente su historia en primera persona, como debe de ser. “De mi padre heredé mi hocico y tal vez un toque de genio. De mi madre, una filosofía práctica sin la cual el genio es como un pájaro con una sola ala”, dice Teem al comenzar su relato.

Sospecho que Moro hubiese podido escribir algo muy parecido. Adiós, hijo mío. 


César Hildebrandt 


Tomado de La Primera (Lima-Perú), 12.01.08.

lunes, 29 de octubre de 2012

VIDAS DE PERROS (II)

Como mencionamos en una entrada anterior, la relación del perro con el ser humano es muy antigua; y con el tiempo se fue haciendo más estrecha. De ser un "instrumento" de caza y guardián de ganado, el perro se ha convertido prácticamente en parte de la familia del hombre. En la actualidad, como dice el autor que les presentamos a continuación, este animal representa el último vínculo del hombre con la naturaleza, vínculo que no debemos perder.


El perro y el hombre

Antes del advenimiento de la máquina, el hombre usó diversos animales para hacer su trabajo. Eventualmente todos fueron reemplazados, excepto el perro. La relación entre el hombre y el perro es especial.

A través de miles de años, además de ayudarle a cazar, hacer de guardián y cuidar su ganado, el perro ha sido su compañero y hoy es el último vínculo del hombre urbano con la naturaleza.

Según la teoría más aceptada, todos los perros de hoy descienden del lobo, que habría sido domesticado poco después de que el hombre dominara el fuego. Aunque no lo parezca, todas las razas que hemos desarrollado en miles de años –probablemente la primera selección genética hecha por el hombre– son de la misma especie.

Un chihuahua, que pesa menos de kilo y medio y mide 16 centímetros, pertenece a la misma especie que un leonberger, que pesa 80 kilos y mide casi un metro. La diferencia es el producto de miles de años de selección, encaminada a satisfacer diferentes necesidades, la mayoría de las cuales ya no existe.



El hombre usó perros para cazar, para la guerra, para defender al ganado de los lobos, cuidar la casa, entretenerse y demostrar riqueza. La caza ha pasado a ser un deporte, cada vez más caro, difícil y discutido. Las peleas de perros fueron prohibidas.

En algunos lugares, perros pastores todavía manejan rebaños de ovejas y perros guardianes cuidan huertos y casas. Un pequeño número de perros cumple funciones importantes –gracias  a un largo y difícil entrenamiento– guiando ciegos, buscando heridos entre los escombros o detectando drogas. Pero la gran mayoría hace lo que ningún otro animal puede hacer con la misma eficiencia: nos acompaña.

En el proceso de seleccionar razas, el hombre ha desarrollado perros con características que en un momento dado fueron apreciados. Los terriers, entre otras funciones, exterminaban ratas. Los bulldogs, a costa de muchas deficiencias físicas, eran capaces de pelear con un toro.

Los lebreles de Egipto dieron lugar a galgos que compiten en carreras. Los lanudos descendientes del gran lobo del norte dieron origen a las razas que hoy jalan trineos y acompañan a los exploradores al Polo. Al parecer, la localidad sumeria de Molosia dio lugar al gran perro de guerra, el moloso, del cual descienden los dogos y sabuesos.

Describir las más de 300 razas reconocidas internacionalmente ocuparía más de una página como ésta, pero algunas divisiones ilustran la variedad. La clasificación europea reconoce los siguientes grupos: perros ovejeros, de guardia y utilitarios (también llamados de trabajo), terriers, galgos, perros de caza (de rastreo y muestra) y, finalmente, los de compañía. Todos estos grupos tienen diversas divisiones: por ejemplo, los de compañía se dividen en grandes y chicos.

Hechos en laboratorio
En su afán de crear razas muy especializadas, el hombre le ha hecho un flaco favor al perro. Por ejemplo, los bulldogs y los pekineses sufren de la piel y de los ojos.

El perro salchicha adolece de su exagerada columna vertebral y los chihuahuas sufren al parir. Hay muchos más defectos propios de razas seleccionadas artificialmente.


Otro ejemplo es la agresividad de los perros de pelea que, si no son debidamente entrenados por un dueño responsable y equilibrado, llegan a los titulares como los lamentables casos que hemos visto en Lima hace poco.

Felizmente, paralelamente al esfuerzo de los criadores, la naturaleza ha tomado su propio curso creando el perro chusco. Mientras que muchas razas son criadas artificialmente para ganar concursos, el perro chusco es el resultado de la selección natural.

A diferencia del bullterrier –cruce de ágil y agresivo terrier con el poderoso y tenaz bulldog– criado para peleas que felizmente no existen, o del pekinés, con ojos demasiado grandes para sus órbitas, que adornaba la falda del mandarín, el chusco es un sobreviviente.

Sabe cruzar calles con tráfico, seleccionar su comida en la basura, desconfiar del veneno y dormir sobre la piedra. La selección natural nos está dando un perro urbano. Mientras tanto, los perros de raza han adquirido un status social, por lo que resulta elegante lucir un perro espectacular, raro o simplemente peligroso.

Como en la mayoría de las cosas que van por mal camino, el hombre es el único culpable. Resulta inexplicable que hoy se críen razas artificiales cuyo propósito original ha desaparecido. Pero es aún más absurdo que –a diferencia de las armas, cuyo uso requiere licencia con examen psiquiátrico– cualquier irresponsable puede adquirir un animal potencialmente peligroso, desarrollado para las abominables peleas de perros del pasado.

En última instancia, el perro –sin duda es el mejor amigo del hombre– refleja la personalidad de su amo, quien no necesariamente es el mejor amigo del perro.

Tomás Unger




Tomado de AICUM (2009). Plan Lector. Lecturas para 
estudiantes de ciencias y matemáticas. Lima: AICUM.

viernes, 28 de septiembre de 2012

VIDAS DE PERROS (I)


El perro es uno de los primeros animales domesticados por el ser humano. Su relación con el hombre data de aproximadamente 14 mil años. Con el transcurso del tiempo, el perro fue cobrando mayor relevancia en la vida del ser humano hasta llegar a convertirse en el “mejor amigo del hombre”.

Sin embargo, desde hace algún tiempo el trato hacia los animales (incluido los domésticos) se ha tornado irracional. Se ha llegado a considerar a los animales como una mercancía más que se puede desechar cuando ya no nos es útil. Según Leonardo Da Vinci, esto es muestra de la decadencia de la sociedad actual, una sociedad injusta donde prima el consumismo y el egoísmo a ultranza. Sin duda, una sociedad que debemos cambiar.

Hace unos años, en la ex Unión Soviética, se dio un caso conmovedor. El perro callejero Málchik (niño, en ruso) fue asesinado en el subterráneo de Moscú por unos delincuentes cuando trataba de defender a los empleados del tren. Esto motivó una ola de protesta abanderada por el conocido poeta Yevgueni Yevtushenko, la misma que dio origen a la escultura “Compasión”, erigida en Moscú como un homenaje a los miles de perros abandonados que pueblan dicha ciudad.

A continuación les presentamos diversos artículos, fotos y videos sobre los perros, para poder comprender mejor el lugar que ocupan estos entrañables animales en el planeta y, sobre todo, en la vida del ser humano. Disfrute con nosotros de las divertidas, interesantes y –a veces– tristes, vidas de perros.





Perros en Carabayllo


La situación de los perros en Carabayllo es deplorable. Cada vez más, aumenta el número de perros abandonados. La situación en todos los casos es casi la misma: los padres compran un cachorro para que “entretenga” a los hijos; lo mantienen hasta cierta edad, pero cuando ya crece lo botan a la calle. Eso muestra que falta una cultura de cuidado de los animales caseros o domésticos.

Es necesario mencionar aquí dos aspectos. Mientras que en un sector de la población de Carabayllo ha aumentado el buen trato y la preocupación por sus animales (señal de ello es el incremento de las clínicas veterinarias en el distrito), en otro sector de la población se ha recrudecido el maltrato hacia estos animales. El primer aspecto muestra que sí se puede cambiar el mal trato que se da a los animales en nuestro distrito (principalmente, perros y gatos); el segundo, que hay mucho trabajo por hacer. El problema es que hasta ahora no hay una adecuada política de cuidado de animales. Es muy conocido el perro que estuvo presente en las protestas de hace unos años en Atenas (Grecia). Ese perro, como muchos en esa ciudad, vive con todos sus papeles en regla, a pesar de ser lo que nosotros llamamos un “perro callejero”. En Grecia, el Estado se encarga del cuidado de estos animales. El día en que lleguemos a ese nivel de civilización, será un logro para nuestro país.

Perro fotografiado frente al Parque Zonal
Manco Cápac (Km. 18 de la Av. Túpac Amaru).

Frente a la pésima situación que viven los perros en Carabayllo y en todo Lima, diversas instituciones, organizaciones populares y personas particulares han tenido la iniciativa de cambiar dicha situación. Algunas han adoptado perros y gatos, otras promueven campañas de sensibilización, etc. Sin embargo, no hay mayor apoyo a este tipo de iniciativas. Por otra parte, hasta ahora no existe una política estatal, una disposición de la Municipalidad de Carabayllo para solucionar este problema.

Una posible solución –que ya se ve como una necesidad– es la construcción de un albergue que pueda alojar a todos los perros y gatos abandonados en el distrito. Y sería mejor si en esta labor participaran no solo miembros de la sociedad civil, sino también –y sobre todo– el gobierno municipal. Sin duda, es una tarea por hacer y hay que seguir insistiendo hasta que se cumpla.

Perro fotografiado frente al Parque Zonal
Manco Cápac (Km. 18 de la Av. Túpac Amaru). 

Por el momento, debemos seguir atendiendo a los animales que se puedan. Invitamos a más instituciones y organizaciones a sumarse a esta labor, ya sea adoptando perros o gatos de la calle o apoyando a las instituciones que lo hacen. Un pensador alemán dijo alguna vez que el hombre domina la naturaleza no como alguien ubicado fuera de ella, sino como parte de la naturaleza. En ese sentido, debe ser consciente de que sus acciones sobre la naturaleza generarán efectos posteriores. Que sean buenos o malos dichos efectos depende de su acción presente.


Les presentamos algunas fotos de perros que todavía esperan ser rescatados.

Perro fotografiado en la esquina de la
I. E. 3057 (Av. Manuel Prado).

Perros fotografiados en la esquina de la
I. E. 3057 (Av. Manuel  Prado).

Perro fotografiado en la esquina de la
I. E. 3057 (Av. Manuel Prado).

Perro fotografiado en el Mercado El Progreso.

viernes, 14 de septiembre de 2012

ACTIVIDADES EN CARABAYLLO

Día de la Juventud de Carabayllo 2012


Se invita a todos los jóvenes y pobladores del distrito a la Tarde Cultural por la Juventud y la Educación, organizada por la Secretaría de Juventud, Recreación y Deportes del Frente de Organizaciones Popular para la Defensa y Desarrollo de Carabayllo (FOPODDEC). El evento tiene como objetivo conmemorar el Día Internacional de la Juventud y, a la vez, promover y difundir el arte y la cultura que se produce en nuestro distrito.

Día: Domingo 23 de setiembre de 2012.
Hora: 2:00 p. m.
Lugar: Local Comunal del II Sector - El Progreso (Cruce de la Av. Túpac Amaru con la Av. Manuel Prado).



¡LOS ESPERAMOS!


La Comisión Organizadora



(Se publica a pedido de los organizadores.)



viernes, 10 de agosto de 2012

LA CIENCIA Y LA COCINA

Leonardo da Vinci es uno de los mayores representantes del Renacimiento. Su imagen se asocia a la figura del humanista polifacético, cultivador de las ciencias y las artes. Este símil no está muy lejos de la realidad. Leonardo da Vinci fue pintor, escultor, arquitecto, ingeniero e inventor. Y no solo se preocupó por esas áreas, sino que también quiso aplicar todos sus conocimientos y su ingenio para mejorar la cocina. Efectivamente, Leonardo da Vinci también se dedicó a la cocina. Aunque los resultados de su participación en esta labor no fueron los mejores, creó una tendencia que hoy es conocida como la “nueva cocina" (nouvelle cuisine). Lea con nosotros el siguiente artículo y, por qué no, ríase un poco con las peripecias del famoso inventor.



La cocina de Leonardo da Vinci

Este hombre, el más grande que la humanidad nos dio, fue un gran cocinero, el creador de lo que hoy llamamos la nouvelle cuisine, inventor de tantas cosas que hoy nos parece casi imposible comprender cómo alguien tuviera tanta fantasía y estuviera tan adelantado a su tiempo.

Su historia está plagada de anécdotas curiosas y están documentadas históricamente, algunas de ellas de un tinte algo cómico que hará que difícilmente podamos evitar una sonrisa cuando las leamos, y donde veremos que no todos sus inventos revolucionarios fueron del todo exitosos en algunos casos. Ni todas sus actuaciones en la vida resultaron ser tan solemnes como habíamos imaginado. Cronistas de la época y libros contemporáneos lo documentan.

Una niñez que lo explica todo
Leonardo nació en 1452 en Vinci, cerca de Florencia, hijo no deseado de la unión entre el notario Ser Piero da Vinci y la dama Caterina los cuales nunca llegaron a casarse ya que al poco de su nacimiento su padre lo hace con otra mujer florentina de dieciséis años y su madre hace lo mismo con un repostero en el paro llamado Accatabriga di Piero del Vacca. Pese a esto su padre biológico no abandona la educación del niño y éste crece entre las dos casas aunque hace más vida con su madre y su padrastro, el cual le inculca el gusto por los dulces y por la comida en general, llegando a ser un niño gordo.



Un cocinero llamado Leonardo
De jovencito y para sufragar sus gastos, se coloca por las noches como camarero en una taberna sirviendo comidas, pero tras la misteriosa muerte por envenenamiento de todos sus cocineros en la primavera de 1473 Leonardo se ocupa de la cocina abandonando el taller del maestro Verrocchio, donde ya trabajaba pintando con Boticelli. En esta nueva aventura intenta revolucionar la cocina tradicional del Renacimiento e inventa lo que hoy llamamos la nouvelle cuisine e ingenia platos primorosamente presentados con pequeñas porciones de comida sobre pedacitos tallados de polenta, cosa a la que no estaban acostumbrados sus ciudadanos, que querían comer hasta atiborrarse, lo cual crea tal escándalo y causa la furia de los hambrientos feligreses que pensaban que se estaban riendo de ellos.

Paralelamente a la pintura sigue en sus andanzas gastronómicas, abriendo un local propio con su amigo Boticelli, el gran pintor. Pero pocos entraban en la taberna porque a nadie le agradaba pagar por “una anchoa y una rodaja de zanahoria perdidas sobre una fuente” por más ingeniosamente que estén dispuestas, y como es lógico tuvieron que cerrar.

La gran oportunidad como cocinero
Pasaba el tiempo, y Leonardo se aburría inconforme con la vida que llevaba, entonces decide ofrecer sus servicios a Lorenzo de Médici, señor de Florencia. Le envió unas maquetas de máquinas de asalto hechas con pasta y mazapán que no fueron comprendidas por Lorenzo quien se las dio a comer a sus invitados por el aspecto tan apetitoso. Ante este nuevo fracaso nuestro hombre decide marcharse de la ciudad, entonces Lorenzo de Médici le da una credencial recomendándolo a Ludovico Sforza “El Moro” en compensación por el agravio de haberse comido sus maquetas. Poco después la oportunidad esperada se la brinda la boda de una sobrina de Ludovico, así que le presenta el menú, siempre intentando introducir en la Corte su nueva forma de ver la cocina, a lo que el Moro le dice que es mejor que ponga otras cosas más sustanciosas.



Leonardo, pionero de los electrodomésticos
Tras este nuevo revés se encarga de inventar utensilios para la cocina tras el encargo de Ludovico para el nuevo proyecto de las cocinas del Castello, el gran palacio en el centro de Milán, para lo cual elabora una lista con las principales necesidades que se tenían y que eran textualmente estas:

En primer lugar, es necesaria una fuente de fuego constante. Además una provisión constante de agua hirviendo. Después un suelo que esté siempre limpio. También aparatos para limpiar, moler, rebanar, pelar, y cortar. Además, un ingenio para apartar de la cocina los tufos y hedores y ennoblecerla así con un ambiente dulce y fragante. Y también música, pues los hombres trabajan mejor y más alegremente allí donde hay música. Y, por último, un ingenio para eliminar las ranas de los barriles de agua de beber.

Tras lo cual se pone manos a la obra, todo esto fue relatado por Matteo Bandelli, el cronista de la corte.

Leonardo estudió el poder calórico en la combustión de distintos tipos de madera para llegar al final a la conclusión de que lo importante es la cantidad de troncos que se tenga. Inventa una cierra circular alegando que de esta forma no sería necesaria la presencia de una persona encargada de la leña en la cocina olvidando los cuatro hombres y ocho caballos que manejan y mueven la sierra circular.

Asador automático. Para que el personal no estuviera todo el día dándole vueltas al espetón sobre el fuego, inventan algo tan ingenioso como el introducir en la chimenea una hélice que dará vueltas impulsada por la corriente de aire ascendente y esta a su vez movería el espetón, haciendo que gire lento o rápido.



Circuito para tener una provisión de agua caliente y constante fabricando una especie de caldera unida a tubos metálicos que eran calentados con carbón.

Limpiador de pisos mecánico. Idea un sistema de cepillos giratorios tirado por bueyes de un metro y medio de diámetro por dos metros y medio de ancho con una pala detrás para recoger lo reunido por el cepillo en lugar de la persona que barre regularmente.

Picadoras de vacas. Para ponerla en marcha se necesita de hombres y caballos, posee una infinidad de utensilios auxiliares y muy parecidos a los que actualmente existen para picar cerdos y animales pequeños. Otro de los inventos es la rebanadora de pan accionada por aire.

Música de ambiente. Para la música en la cocine idea unos tambores mecánicos con manivelas de mano acompañado por tres músicos que tocarán un “órgano de boca”.

Eliminador de malos olores. Crea unos fuelles que se ponen en funcionamiento por medio de unos martillos conectados a una manivela movida por un caballo.

Eliminador de ranas. Al parecer la pesadilla de las cocinas de la época eran las ranas en los barriles de agua, para solucionar esto inventa una trampa de muelle que se acciona al saltar el animal sobre ella poniendo en funcionamiento un martillo que le da en la cabeza.



Alarma contra el fuego, que parece agua pulverizada en el caso de que se incendie la cocina, algo muy parecido a lo que existe en muchos edificios de hoy.

Estreno de la primera cocina automática
Cuenta la historia que llegado el gran día de estreno de todos estos inventos, Ludovico esperaba con sus invitados la hora de comer (por cierto, para hacer la obra hubo que demoler parte del comedor, los establos y los dormitorios de la madre de Ludovico), entonces se oyeron gritos, explosiones, chirridos y estruendo de máquinas, los invitados esperaban impacientemente la llegada de la comida pero esta no llegaba, pasaba el tiempo y ya inquietos por los ruidos se dirigieron a la cocina, y esto es lo que cuenta Sabba da Castiglione di Pietro Alemani, embajador florentino en la corte de Sforza que pasó:

“La cocina del maestro Leonardo es un gran caos. El señor Ludovico me ha dicho que el esfuerzo de los últimos meses se había hecho con la intención de economizar esfuerzos humanos; pero ahora, en lugar de los veinte cocineros antes empleados en las cocinas, las personas que se apiñan en este lugar llegan casi al centenar y ninguno de los que yo pude ver estaba cocinando, sino que todos estaban atareados con los grandes dispositivos que ocupaban todo el suelo y los muros, ninguno de los cuales parecía comportarse de manera útil o para la tarea que fue creado...

En un extremo del recinto una gran rueda, empujada por una furiosa cascada, vomitaba y rociaba con sus aguas a todos los que pasaban por debajo, y había transformado el suelo en un lago. Fuelles gigantescos, cada uno de ellos de tres metros y medio de largo, colgaban de los techos, pero todo lo que lograban era avivar las llamas; tan peligrosas eran las errantes llamas que una multitud de hombres armados de cubos se afanaban en tratar de dominarlas, aun cuando otras aguas brotaban en chorros de cada rincón de los techos.



Y en este catastrófico lugar se paseaban por todas parte caballos y bueyes, algunos dando vueltas y más vueltas, y otros arrastrando los ingenios para limpiar los suelos del maestro Leonardo; realizando sus tareas con denuedo, pero también seguidos de otro ejército de hombres para limpiar las suciedades de los caballos.

En otro lugar vi una gran picadora de vacas estropeada, con media vaca todavía incada y hombres con palancas intentando sacarla de allí. La cocina del maestro Leonardo era un gran caos, y no creo que esto complaciera al señor Ludovico”.

Nunca sabremos a ciencia cierta si lo que cuenta el embajador Sabba da Castiglione di Pietro Alemani es una visión exagerada de lo que realmente ocurrió, pero sí sería justo añadir que probablemente Leonardo no tuvo el tiempo necesario para probar sus inventos.

La servilleta fue su invento
Fue Leonardo da Vinci el primero en preocuparse de las buenas costumbres en Italia, a principio del siglo XVI las había inventado, como consta en su libro sobre cocina, escrito a fines del siglo XV o principios del XVI. El libro comienza tratando “de los modales en la mesa de mi señor Ludovico y sus invitados”. “La costumbre de mi señor Ludovico de amarrar conejos adornados con cintas a las sillas de los convidados de manera que puedan limpiarse las manos impregnadas de grasa, sobre los lomos de las bestias, se me antoja impropia de la época y el tiempo en que vivimos...”; “...al inspeccionar los manteles de mi señor Ludovico, luego que los comensales han abandonado la sala de banquetes, hállome contemplando una escena de tan completo desorden y depravación, más parecida a los despojos de un campo de batalla que a ninguna otra cosa que ahora considero prioritario... la de dar con una alternativa. Ya he dado con una. He ideado que a cada comensal se le dé su propio paño que, después de ensuciado por sus manos y su cuchillo, podrá plegar para de esta manera no profanar la apariencia de la mesa con su suciedad...” (Notas de cocina de Leonardo da Vinci).




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Las buenas maneras
Leonardo da Vinci, al observar las conductas indecorosas de los asistentes a los festejos y banquetes de sus señores creó una lista de prohibiciones para mejorar las formas en la mesa (“De las conductas indecorosas en la mesa de mi señor”):
- Ningún invitado ha de sentarse sobre la mesa, ni de espaldas a la mesa, ni sobre el regazo de cualquier otro invitado.
- Tampoco ha de poner la pierna sobre la mesa.
- Tampoco ha de sentarse bajo la mesa en ningún momento.
- No debe poner la cabeza sobre el plato para comer.
- No ha de tomar comida del plato de su vecino de mesa a menos que antes haya pedido su consentimiento.
- No ha de poner trozos de su propia comida de aspecto desagradable o a medio masticar sobre el plato de sus vecinos.
- No limpiar su cuchillo en las vestiduras de su vecino de mesa.
- No utilizar su cuchillo para hacer dibujos sobre la mesa.
- No ha de limpiar su armadura en la mesa.
- No ha de tomar la comida de la mesa y ponerla en su bolso.
- No ha de morder la fruta de la fuente de frutas y después retornar la fruta mordida a esa misma fuente.
- No ha de escupir frente a él. Ni tampoco de lado.
- No ha de pellizcar ni golpear a su vecino de mesa.
- No ha de hacer ruidos de bufidos ni se permitirá dar codazos.
- No ha de poner el dedo en la nariz o en la oreja.
- No ha de hacer figuras modeladas, ni prender fuegos, ni adiestrarse en hacer nudos en la mesa.
- No ha de dejar sueltas sus aves en la mesa. Ni tampoco serpientes ni escarabajos.
- No ha de tocar el laúd o cualquier otro instrumento que pueda ir en perjuicio de sus vecinos de mesa.
- No ha de cantar, ni hacer discursos, ni vociferar improperios si está sentado junto a una dama.
- No ha de conspirar en la mesa (a menos que lo haga con mi señor).
- No ha de hacer insinuaciones impúdicas a los pajes de mi señor ni juguetear con sus cuerpos.
- Tampoco ha de prender fuego a su compañero mientras permanezca en la mesa.
- No ha de golpear a los sirvientes (a menos que sea en defensa propia).
- Y si ha de vomitar, entonces debe abandonar la mesa.

(Notas de cocina de Leonardo da Vinci, pp. 175-177).
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Tomado de Momentos (revista dominical
del diario La Primera), Año 2, Nº 15.