
Leyhausen tiene en cuenta también el papel del aprendizaje. Además de los estímulos que ponen en marcha y guían el comportamiento de forma innata, los gatos aprenden por la experiencia individual. Tienen que aprender cuándo un animal quieto puede ser considerado como una presa, y cuáles son en general los animales que tienen que verse como tales presas. Y al matar diferentes presas debe aprender cómo dirigir el mordisco mortal según la especie.

Cuando los gatos tienen unas cuatro semanas, la madre ya empieza a llevar las presas a su madriguera; antes de este tiempo, las mata allí donde las ha cazado y las lleva a la madriguera para comérselas, gruñendo mientras lo hace. Al principio, este espectáculo parece asustar a las crías más que resultarles atractivo. En las semanas siguientes va madurando la reacción de los gatitos hacia el animal de presa. Así, cuando la madre lleva el primer animal de presa vivo, disponen ya de todo un arsenal de movimientos instintivos que, sin embargo, todavía no están unidos en una cadena que conduzca a la acción de matar. Durante el juego se pueden combinar a veces elementos individuales según la secuencia que adoptarán posteriormente -por ejemplo, echarse al suelo en posición de acecho, correr y dar un zarpazo-, pero estos elementos en seguida se vuelven a separar y aparecen aislados o combinados con otros movimientos de juego, algunos de los cuales provienen de contextos funcionales distintos del de cazar una presa. Resulta, pues, obvio que si el mordisco mortal no aparece hasta bastante tarde, cuando el gato ya encuentra por sí mismo su primera presa viva, es por algún motivo. Si fuera de otro modo, los gatos se harían daño los unos a los otros al jugar entre ellos a la caza de presas. Cuando juegan con sus primeras presas, la secuencia que les lleva al mordisco mortal se establece gradualmente, si bien en ocasiones puede aparecer de forma repentina. En este periodo también va aumentando gradualmente la frecuencia con que la madre lleva las presas a la madriguera y las da a los gatitos...
Para que se produzca por primera vez el mordisco mortal se requiere de una fuerte excitación adicional que no suele ser producida por la presa, sino por la madre o por el hecho de que se acerque otra cría y haya que defenderse. Así, el hecho de que la madre deje escapar la presa y la vuelva a coger rápidamente no es una "demostración" para que la cría aprenda "cómo se hace".
En realidad, el movimiento de la presa consigue que se ponga en marcha la actividad de cazar en el gatito, y la recaptura por parte de la madre obliga al pequeño a ser más rápido si quiere cobrar la pieza antes de que lo haga ella. Esta rivalidad es fundamental para proporcionar la excitación adicional necesaria.

El momento de mayor disposición para matar por primera vez se alcanza de las nueve a las diez semanas de edad, y sólo se mantiene durante un corto periodo, a partir del cual dicha disposición vuelve a disminuir. Los gatos cuya madre no les lleva presas vivas durante el periodo crítico -entre la sexta y la veinteava semana-, posteriormente o no matan o lo hacen de una forma lenta y laboriosa...
Leyhausen destaca que las deficiencias en las conductas de predación no son completamente irreversibles. Los gatos adultos sin experiencia alguna pueden ser estimulados para matar presas, pero necesitan un aliciente muy fuerte.

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