El hombre usó perros para cazar, para la guerra, para defender al ganado de los lobos, cuidar la casa, entretenerse y demostrar riqueza. La caza ha pasado a ser un deporte, cada vez más caro, difícil y discutido. Las peleas de perros fueron prohibidas.
lunes, 29 de octubre de 2012
VIDAS DE PERROS (II)
Como mencionamos en una entrada anterior, la relación del perro con el ser humano es muy antigua; y con el tiempo se fue haciendo más estrecha. De ser un "instrumento" de caza y guardián de ganado, el perro se ha convertido prácticamente en parte de la familia del hombre. En la actualidad, como dice el autor que les presentamos a continuación, este animal representa el último vínculo del hombre con la naturaleza, vínculo que no debemos perder.
El perro y el
hombre
Antes del advenimiento de la máquina, el
hombre usó diversos animales para hacer su trabajo. Eventualmente todos fueron
reemplazados, excepto el perro. La relación entre el hombre y el perro es
especial.
A través de miles de años, además de
ayudarle a cazar, hacer de guardián y cuidar su ganado, el perro ha sido su
compañero y hoy es el último vínculo del hombre urbano con la naturaleza.
Según la teoría más aceptada, todos los
perros de hoy descienden del lobo, que habría sido domesticado poco después de
que el hombre dominara el fuego. Aunque no lo parezca, todas las razas que
hemos desarrollado en miles de años –probablemente la primera selección
genética hecha por el hombre– son de la misma especie.
Un chihuahua, que pesa menos de kilo y
medio y mide 16 centímetros, pertenece a la misma especie que un leonberger,
que pesa 80 kilos y mide casi un metro. La diferencia es el producto de miles
de años de selección, encaminada a satisfacer diferentes necesidades, la
mayoría de las cuales ya no existe.
El hombre usó perros para cazar, para la guerra, para defender al ganado de los lobos, cuidar la casa, entretenerse y demostrar riqueza. La caza ha pasado a ser un deporte, cada vez más caro, difícil y discutido. Las peleas de perros fueron prohibidas.
En algunos lugares, perros pastores
todavía manejan rebaños de ovejas y perros guardianes cuidan huertos y casas.
Un pequeño número de perros cumple funciones importantes –gracias a un largo y difícil entrenamiento– guiando
ciegos, buscando heridos entre los escombros o detectando drogas. Pero la gran
mayoría hace lo que ningún otro animal puede hacer con la misma eficiencia: nos
acompaña.
En el proceso de seleccionar razas, el
hombre ha desarrollado perros con características que en un momento dado fueron
apreciados. Los terriers, entre otras funciones, exterminaban ratas. Los
bulldogs, a costa de muchas deficiencias físicas, eran capaces de pelear con un
toro.
Los lebreles de Egipto dieron lugar a
galgos que compiten en carreras. Los lanudos descendientes del gran lobo del
norte dieron origen a las razas que hoy jalan trineos y acompañan a los
exploradores al Polo. Al parecer, la localidad sumeria de Molosia dio lugar al
gran perro de guerra, el moloso, del cual descienden los dogos y sabuesos.
Describir las más de 300 razas
reconocidas internacionalmente ocuparía más de una página como ésta, pero
algunas divisiones ilustran la variedad. La clasificación europea reconoce los
siguientes grupos: perros ovejeros, de guardia y utilitarios (también llamados
de trabajo), terriers, galgos, perros de caza (de rastreo y muestra) y,
finalmente, los de compañía. Todos estos grupos tienen diversas divisiones: por
ejemplo, los de compañía se dividen en grandes y chicos.
Hechos en
laboratorio
En su afán de crear razas muy
especializadas, el hombre le ha hecho un flaco favor al perro. Por ejemplo, los
bulldogs y los pekineses sufren de la piel y de los ojos.
El perro salchicha adolece de su
exagerada columna vertebral y los chihuahuas sufren al parir. Hay muchos más
defectos propios de razas seleccionadas artificialmente.
Otro ejemplo es la agresividad de los
perros de pelea que, si no son debidamente entrenados por un dueño responsable
y equilibrado, llegan a los titulares como los lamentables casos que hemos
visto en Lima hace poco.
Felizmente, paralelamente al esfuerzo de
los criadores, la naturaleza ha tomado su propio curso creando el perro chusco.
Mientras que muchas razas son criadas artificialmente para ganar concursos, el
perro chusco es el resultado de la selección natural.
A diferencia del bullterrier –cruce de
ágil y agresivo terrier con el poderoso y tenaz bulldog– criado para peleas que
felizmente no existen, o del pekinés, con ojos demasiado grandes para sus órbitas,
que adornaba la falda del mandarín, el chusco es un sobreviviente.
Sabe cruzar calles con tráfico,
seleccionar su comida en la basura, desconfiar del veneno y dormir sobre la
piedra. La selección natural nos está dando un perro urbano. Mientras tanto,
los perros de raza han adquirido un status social, por lo que resulta elegante
lucir un perro espectacular, raro o simplemente peligroso.
Como en la mayoría de las cosas que van
por mal camino, el hombre es el único culpable. Resulta inexplicable que hoy se
críen razas artificiales cuyo propósito original ha desaparecido. Pero es aún
más absurdo que –a diferencia de las armas, cuyo uso requiere licencia con
examen psiquiátrico– cualquier irresponsable puede adquirir un animal
potencialmente peligroso, desarrollado para las abominables peleas de perros
del pasado.
En última instancia, el perro –sin duda
es el mejor amigo del hombre– refleja la personalidad de su amo, quien no
necesariamente es el mejor amigo del perro.
Tomás Unger
estudiantes de
ciencias y matemáticas. Lima: AICUM.
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